Cuando era más joven, y me debatía en lucha con la tragedia diaria de ser un adolescente, llegué a la conclusión de que mi vida trazaba círculos. Bueno, o al menos un aspecto en particular de mi vida. Y eran ciclos muy marcados, siempre el mismo patrón, pasando por las mismas etapas de génesis y catarsis. Poco a poco, los círculos variaban, era como trazar una espiral tridimensional en la que en cada punto la dirección cambia mínimamente, desviándose de forma aleatoria del itinerario previo, pero siempre manteniendo la misma forma general.
Identifiqué que este proceso cíclico no me convenía. Siempre empezaba igual, lleno de ilusiones autoinfundadas, descubría el error, y terminaba volviendo al punto de origen. ¿Cómo romper el círculo? Bueno, es evidente para cualquier persona con dos dedos de frente y un título en todología hiperbólica que para salir del ciclo basta con hacer algo tan simple como cambiar cualquier parámetro. Pero oh, la adaptabilidad cósmica al cambio. Mi patrón pervivía.
Ayer me di cuenta de que ya no sigo caminando en círculos. Ah, pero no me preguntéis... mucho me temo que no sé cómo salí. Imagino que aquí muchos lectores habrán caído presa del desencanto y duden de la utilidad de leer el resto del post si no voy a revelar la solución al problema propuesto. Queridos lectores, si yo supiera solucionar sus vidas, comenzaría por la mía. Y queridos lectores... el verdadero problema que trataré hoy, aún no ha sido propuesto.
Ayer me di cuenta de que ya no sigo un patrón cíclico. Ayer me di cuenta de que estoy parado. Atascado. Y ahora, según escribo estas líneas, me pregunto si la forma de salir del círculo no habrá sido, simplemente, dejar de andar. Y me pregunto si eso puede considerarse realmente como salir. ¿Aún estoy dentro, pero hibernando?
Ah... pero estoy saltando a la conclusión, sin haber si quiera explicado a qué me refiero cuando hablo de atasco. Y ahora es cuando, queridos lectores, comprenderán por qué he escrito un post por Año Nuevo, con un título que hace pensar que será un post de revisión del año. También me salté el post de cumpleaños (pido perdón a los afectados), de ahí la referencia a la edad.
¿Por qué temo que pueda estar atascado? Bueno, para eso hay que remontarse al principio del año. Yo había terminado el máster, y me había mudado a la ciudad de Londres donde llevaba un par de meses en mi primer trabajo. Estoy en un punto de mi vida en el que lo que hago suena genial, trabajo de lo mío, vivo en el extranjero, en fin, estoy donde se supone que debo estar. ¿En serio? Estoy en un punto de mi vida en el que estoy volcado en mi desarrollo profesional, digamos. Pero me da la impresión de que otros aspectos han quedado descuidados.
No soy la persona que quiero ser. Y apenas trabajo en serlo. Todas las promesas que me hice a mí mismo y que empezaban por "cuando termine de estudiar y de verdad sea libre...", no las he cumplido. Me prometí a mí mismo ser el dueño de mi vida. Y no lo soy.
Vivo en una ciudad muy grande. Vivo en una ciudad que en realidad me gusta. Pero es muy fría, muy oscura, y los inviernos son muy duros. Muy duros. Y echo de menos España, y echo de menos Oviedo. He encontrado buena gente allí. Pero no es lo mismo. Y no tengo la misma facilidad. Debería buscar el sol. Debería empezar todos los proyectos que se me ocurren, porque son geniales, o para descubrir que no lo eran.
Y sí, nos hacemos viejos. No me preocupa avanzar despacio, me pregunta no avanzar. Y si no avanzo, probablemente sea porque no tengo rumbo ni dirección. ¿Cómo llegar cuando no sé a dónde?
Quizá estoy siendo muy duro conmigo mismo. Quizá sea uno de esos días. Al fin y al cabo, el plan era mudarme a Londres para trabajar y aprender, y eso lo he hecho. También he encontrado tiempo para teatro, y sigo con ello de cara al año que viene porque ya estamos preparando la próxima obra. Incluso entrené karate durante un tiempo, aunque corto. Pero aún queda esa sensación de incompletud.
Y sí, llega el 2013. Y no sé si hacerme propuestas, porque eso últimamente ha demostrado ser bastante falible. No hace mucho, despedimos al soldado 24. Ahora que lo pienso, se me escapa media sonrisa. Este soldado lleva unas cuantas medallas, de eso no hay duda.
En fin, ¿por qué escribir un post como este? Quizá porque ayer he descubierto unas cuantas cosas. Quizá por una fan. Quizá porque merece la pena recordar lo que he hecho, y sentirme un poco más orgulloso. Quizá, queridos lectores, quizá simplemente porque Adán lleva demasiado tiempo dormido...
Un saludo y un feliz 2013,
Adán.
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