Buscamos la belleza porque hace que nos sintamos en conexión con algo externo a nuestra propia persona. Buscamos algo que despierte nuestra sensibilidad, que nos haga pararnos en contemplación y por un momento no exista nada más.
"A veces hay tantísima belleza en el mundo que siento que no lo aguanto, y que mi corazón se está derrumbando"
Hay bellezas pequeñitas, que nos arrancan una sonrisa sin más. Podemos olvidar las prisas y pararnos un instante. Son bellezas discretas, modestas, que acostumbran a pasar desapercibidas. Se esconden entre el día a día, esperando que una mente despierta las vea. Una hoja que cae de un árbol. Un niño que tropieza. Grafiti en una pared. Buscar monedas en un mercadillo. Me dedico a collecionar las de este tipo, sabiendo que son la sal de mi día a día.
Hay bellezas enormes, gargantuescas, cosmológicas. Hay bellezas que te quitan el aliento, que te sacuden en la cara de frente y ya no sabes en qué estabas pensando. Hay bellezas que nos paran el corazón, y hace falta acordarse de hacerlo latir de nuevo. Una buena historia, una película delicada, una obra de teatro. Un país nuevo, un amanecer en la naturaleza, un bosque sacudido al viento. Hay bellezas atronadoras, que lo rompen todo a su paso, y hay bellezas silenciosas que se extienden sobre mí hasta abarcarlo todo, y exigen respetuoso silencio ante su majestuoso avance.
"¿Somos humanos porque miramos a las estrellas, o miramos a las estrellas porque somos humanos?"
Hay algo inherente en el ser humano que nos dirige hacia la belleza. Maslow establecía en su pirámide una serie de necesidades básicas que el hombre cubre de forma ordenada, para ascender a necesidades de índole más cercana a lo espiritual. Platón, en su fase estética, situaba la belleza como la idea suprema. Buscamos belleza porque somos humanos. La belleza de la gloria, la fama en el mundo, que puede perdurar tras nuestra marcha. La belleza del orden y la disciplina de lo racional. La belleza de la ciencia, de una explicación sencilla a una pregunta profunda. La belleza de las artes, que no son sino la búsqueda de la belleza.
La belleza sigue mil cánones, la belleza puede ser un millón de cosas distintas. Sin embargo, a pesar de las mil tribus que pueblan la Tierra, hay bellezas poderosas que siguen agarrando el corazón de todos.
"Make good art"
Yo no soy un artista. Nunca me consideré artista, pensé que no tenía talento. Mi nivel de dibujo a los 6 años se parece bastante al actual. Bueno, quizá haya perdido algo de práctica. Canto con mucho sentimiento y poco talento, tocar música es un misterio para mí, más allá de la base mecánica más básica. Así que hago dos cosas: escribo y actúo.
Y para mí ambas van profundamente ligadas, ya que cuando escribo estoy pensando en representar las palabras que pienso, y cuando actúo prefiero utilizar las palabras que escribo (o me limito a admirar a aquéllos, más sabios, que las escribieron por mí). Hay un tercer arte que practico, que es el arte marcial. El kárate. Y una de las razones más importantes por las que hago kárate, es porque es en verdad arte. Con él, expreso a través de mi cuerpo, represento, trabajo, siento.
Últimamente me descubro a mí mismo queriendo hacer arte. Es posible que porque, en la pirámide que Maslow utilizaba para explicar sus necesidades rumbo a la felicidad humana, ya doy por cubiertos muchos escalones. Y para mí, el camino a la realización pasa por la creación de arte. Ideo mil planes y proyectos, emprendiendo pocos o ninguno. Pero la urgencia está ahí. Me cuesta encontrar tiempo para hacer lo que quiero, porque paso demasiado pensando en hacerlo. Por ejemplo, Los Viajes de Adán, que cada vez visito cada más tiempo.
"Perfect. It was perfect"
Pero no nos engañemos, no me engaño. Sé que en mi vida la perfección incluye el arte. Y, ahora que soy informático y trabajo como tal, en un mundo de ideas ordenadas y lógica (mundo que me estimula y divierte), siento que la ingeniería no es sino un pasatiempo incapaz de llenarme de igual forma.
Así que haré lo posible por seguir buscando y coleccionando belleza, y haré lo imposible por encontrar los ratos que tenga para crearla (¿cómo luchar, si no, contra el gris invierno londinense?). Y si a lo largo de la empresa, alguna aventura es digna de contar, espero poder plasmar algo por aquí. Pensad, sin embargo, que todo lo que escribo lo pienso hablado. Así que leedlo, si podéis, con mi voz. Y si no la conocéis, inventadla... no podríais hacerme un homenaje mayor.
Pusieron mi felicidad en mis manos. No podrían habérsela dado a un guardián menos de fiar.
Un saludo, viajeros!
Adán.
Bibliografía: